Es importante conocer estas posibilidades para evitar etiquetar al gato de antipático o escurridizo. A continuación, en te explicaremos por qué a tu gato no le gusta que lo acaricien, conociendo así los motivos del distanciamiento físico de tu querida mascota. Tal vez sea solo una criatura de gustos reservados.
¿Por qué a mi gato no le gusta que lo acaricien?
La socialización del gato
Debemos entender que la crianza, la educación y la socialización van a ser pilares fundamentales de buena parte de la personalidad de los gatos. Los animales criados en un hogar lleno de amor en el que han sido acariciados constantemente desde su tierna juventud, serán mucho más receptivos al contacto humano.
Del mismo modo, si desde pequeños han convivido con otros felinos, probablemente serán gatos más sociables con los demás felinos. Si ha tenido una buena socialización y se ha acostumbrado a recibir cariño, se dejará acariciar y le gustará ser acariciado.
Sin embargo, los gatos que viven en ambientes abusivos, en la calle o que han sufrido algún trauma (por maltrato, abandono o enfermedad), serán mucho más aprensivos y se mostrarán más cautelosos ante cualquier tipo de caricia. Si tus congéneres nunca te abrazaron antes, probablemente no estarás muy emocionado de hacerlo ahora.
Si no conoces la historia previa de tu gato, siempre puedes intentar socializar a un gato adulto, sin embargo es un proceso largo y complicado, que vale la pena trabajar con un educador de gatos, especialista en etología felina.
Agresividad y comportamiento negativo
Si tu gato te muerde cuando lo acaricias, debes estar muy atento a este punto porque podemos tener a mano un gato con tendencia a la agresividad, un gato al que no le gusta que lo acaricien o simplemente un gato que no sabe jugar tranquilo y sin lastimar.
A algunos gatos les da asco el constante cariño humano y piden darle su espacio a otros les disgusta que les acaricies constantemente en determinados puntos del cuerpo, o mejor dicho, en el mismo punto:
Estudios afirman que acariciar continuamente una zona puede ser contraproducente provocando más sensaciones desagradables que agradables. La solución: no te quedes pegado en un mismo punto y acaricia todo el cuerpo de tu mascota. Si tu gato contrae las orejas o te araña la mano mientras lo acaricias en un lugar determinado, es la señal para detenerte y pasar a otra zona.
La mejor forma de conseguir la cercanía física de un gato es no insistir ni forzar en que se produzca la interacción, sino animarle a querer el contacto. Por mucho que tus intenciones sean correctas, evita arrinconar o acariciar en contra de su voluntad.
Comienza con lo básico: saluda, siéntate a su nivel, acércate y déjalo venir. Elige un momento en el que esté relajado y verás poco a poco que ganarás su confianza. Cuando te acerques y le pidas caricias, sorpréndelo con una recompensa o una palabra amable, tu gato asociará la proximidad con un momento positivo. A la primera señal de que no quiere más, déjalo ir. La libertad le generará seguridad y comodidad.
Miedos y traumas
Los gatos son animales muy sensibles y sensitivos que también sufren miedo. Sufren situaciones que les generan miedo, como fuegos artificiales, tormentas, sonidos fuertes, artefactos, personas extrañas o desconocidas y muchas otras situaciones. Hablamos de aprensión. El cerebro necesita estar atento y activo y las caricias representan una distracción y un momento de relajación. Muchas veces el solo acto de acariciarlos representa un susto y los pone ansiosos en momentos de estrés.
Lo mejor en ese caso, es tener paciencia con tu gato y la situación, no fomentar el contacto si no lo desea y dejar que sea él mismo que lo busque. Mantente presente pero no lo acaricies ni lo tomes en brazos, a menos que sea él quien te lo pida, deja que se acomode poco a poco. Él sabrá que estás aceptando sus términos, esto seguramente tendrá más y mejores efectos en el futuro.
Dolor y enfermedades
Puede ocurrir que a tu gato le duela algo y que no disfrute mucho con las caricias porque físicamente es muy sensible. Incluso las palmaditas relajantes o la presión suave pueden ser dolorosas. Si tu gato siempre ha sido muy cariñoso, y de repente cambia de carácter, puede ser que algo le esté haciendo daño, que tenga alguna herida o malestar interno. Si el cambio es drástico, lo mejor será llevarlo al veterinario para una revisión general.
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