Con suma delicadeza, la gata, menuda y demacrada, depositó el cuerpecito enroscado que transportaba en la única parte limpia de aquel sucio lugar, bañado aún por el tenue sol de una tarde de invierno y se acurrucó junto a él para esperar.
Su último bebé agonizaba sin haber llegado a abrir los ojos y lo único que podía hacer a falta de leche y esperanza, era estar a su lado hasta el inminente final. Porque desde hacía rato no había llanto, no habían quejidos, solo una respiración dificultosa y arrítmica que presagiaba el peor de los desenlaces.
Y así..enfrentada una vez más a lo inevitable, al borde de la pérdida del último vástago de su prole maldita, la pobre gata que no entendía de virus, de hambre, ni de frío, solo pudo demostrarle su cariño de madre a su manera gatuna, lamiendo aquel suave y blanco pelaje para que su pequeño sintiera que mamá estaba allí.
Que siempre lo había estado.
Y que siempre lo estaría.
Aunque una vez más, la muerte estuviera ganando la batalla a su amor.
En cuestión de minutos, el gatito dejó de respirar y por fin, de sufrir. Pero ella siguió lamiendo aquel cuerpecito, vacío hacía ya mucho rato, con la mirada perdida en la eternidad. A modo de adiós. A modo de mudo llanto.
Porque era el último de ésta camada, pero vendrían más, muchos más, para irse como éste y como tantos otros antes, junto a una madre rota y desolada, mecidos por la pena y con suerte, acariciados por un rayo de sol.
- La Historia de una gata callejera y su gatito, cruda y desgarradora, está basada en una imagen indeleble y real, la de una gata callejera lamiendo a su gatito muerto sobre la acera en una tarde como la de hoy y va dirigido con toda la intención cual dardo certero a todas esas personas que aún dicen que los gatos saben arreglárselas en la calle. Porque no, no es así.
Al menos no en nuestras calles. Y el tiempo que tardemos en entenderlo y en ponerle remedio se mide en sufrimiento y muerte.
Que no nos quepa duda.
Ojalá enfrentarnos a la dura realidad una vez más sirva de algo.
Y remueva conciencias. Ojalá cambien las cosas. Ojalá no sea demasiado tarde!!!.
Porque los gatos no son CALLEJEROS porque sí, no los ha puesto ahí una mano invisible .
Son el fruto de los "humanos" que no esterilizar y que abandonan.
ADOPTA un gatito y salva una vida... ESTERILIZA a tu gato y mejora la vida de los gatos.
Esta historia me ha estremecido. Y con frecuencia vivo y sufro situaciones similares. Y mi conciencia no me permite quedarme impasible o como simple espectadora. El dolor y la desesperación de tantos animales abandonados me carcome mi espíritu.
ResponderEliminarPor eso gran parte de mi tiempo lo dedico a la protección y rescate de éstos seres. Y es mi gran satisfacción cuando logro verlos tranquilos, limpios, alimentados y felices.
ME SACÓ LÁGRIMAS. Cuantas madres humanas no sienten la mitad de la entrega de las callejeras, sean caninas o felinas. Yo misma las he visto. Ese instinto maternal aparece en todas las razas. Casi todas: las cuatro patas no abortan concientemente.
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