Según muchos estudios, tener mascotas afecta beneficiosamente a los niños de muchas maneras. Un estudio estadounidense muestra que los niños que tienen gatos o perros tienen una inmunidad más fuerte y son menos propensos a las infecciones respiratorias que los niños que no los tienen. También afecta a los niños en su desarrollo físico, porque los niños con mascotas son más activos y tienen mejores habilidades motoras. El cuidado de las mascotas influye en la inteligencia emocional y hace que los niños sean más responsables. No les enseña a darles comida solo a tiempo, sino también a adquirir un nuevo conjunto de habilidades necesarias para un estilo de vida. Es decir, enseña a los niños sobre la regularidad y coherencia de los buenos hábitos y la higiene. Los niños que pasan mucho tiempo con sus gatos y otras mascotas tienen mejores habilidades sociales y emocionales. Son más empáticos que sus compañeros. Aprenden cómo su comportamiento afecta el comportamiento de los demás. A través de esta interacción, los niños tienen la oportunidad de crecer y aprender a conectarse con los demás y crear un vínculo fuerte. Los estudios también han demostrado que los niños que tienen mascotas tienen más confianza en sí mismos y tienen mejores habilidades de liderazgo. Las mascotas aman incondicionalmente a los niños y eso les envía un mensaje de que son seres maravillosos y encantadores. Pero, ¿cómo se refleja en su desarrollo cognitivo? Aquí intentamos responder a esta pregunta.
¿Cómo afecta el tener un gato a la inteligencia del niño?
Desarrollo cognitivo: los niños con gatos u otras mascotas mascotas juegan con ellos, les hablan e incluso les leen (esa última actividad es más común de lo que crees), y los datos respaldan la idea de que esta comunicación adicional de bajo estrés beneficia el desarrollo verbal en los niños más pequeños. Tener un gato o cualquier mascotas puede facilitar la adquisición del lenguaje y mejorar las habilidades verbales de los niños. Esto ocurriría como resultado de que la mascota funciona como un receptor paciente del balbuceo del niño pequeño y como un estímulo verbal atractivo, provocando la comunicación del niño en forma de elogios, órdenes, estímulo y castigo.
Aunque tener un gato afecta la inteligencia del niño (cognitiva, social y emocional), los padres necesitan tiempo para enseñar a los niños cómo manejar a sus mascotas. Los padres generalmente quieren hijos responsables, pero enseñarles la responsabilidad y otras habilidades útiles lleva tiempo. Los niños necesitan el apoyo y el aliento de los padres en el proceso. Incluso si los niños no alimentan a un gato a tiempo, no llenan un tazón de agua o no muestran interés en acicalarlo, los padres deben persistir y guiarlos paso a paso. Con el tiempo, los niños mostrarán progreso y eventualmente conseguirán a su amigo más leal. Y esta experiencia no tiene precio.
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